Felipe marichalar que cumplía este miércoles 15 años y lo ha hecho ‘currando’. El hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar pasa el verano como monitor voluntario de niños en un campamento urbano organizado por la Fundación Carmen Pardo-Valcarce en Madrid. De momento nada de playa, nada de lujos y nada de sofisticadas vacaciones. Cada día madruga, llega a las 9 de la mañana y se marcha a las 5 de la tarde. Ocho horas de duro trabajo con niños de entre 3 y 13 años, algunos discapacitados, ocupándose de ellos en todas las tareas que llevan a cabo, desde talleres de manualidades, hasta actividades deportivas. Tan sólo descansa los fines de semana, como este último, que aprovechó para viajar hasta Pamplona con su padre y su hermana, Victoria Federica, para disfrutar de los Sanfermines como ya hizo también el año pasado. Y el lunes, de vuelta al trabajo.
Parece una buena obra del primogénito de la Infanta Elena. Y lo es, pero de forma obligada. Felipe "no ha sacado buenas notas este curso. Su madre está cansada de que el chico no haga nada de provecho", cuentan fuentes de la Fundación, y por eso le ha forzado a trabajar como voluntario en el campamento urbano. Un escarmiento que "al principio llevaba a regañadientes, pero ahora está muy contento", comentan.
La presencia de Felipe pasa totalmente inadvertida. Y es que el nieto mayor de los Reyes se comporta como un chico normal, "es extrovertido, se ha integrado muy bien y actúa con naturalidad". Felipe viste con ropa totalmente informal, "bermudas y camisetas de algodón y siempre lleva una mochila con la bandera de España".
Felipe trabajará en el campamento urbano al menos hasta finales de julio. Luego, probablemente, le espera un descanso en Mallorca, junto a su madre, y Sotogrande, con su padre, donde otros años han pasado las vacaciones entre cursos de vela, excursiones a alta mar y jornadas de playa. Eso sí, también tendrá que hincar los codos a diario si quiere recuperar en septiembre las asignaturas reprobadas de este año.
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